La Comunidad San Juan: una presentación

Breve retrato de la Comunidad San Juan escrito para un folleto sobre institutos seculares

Estructuras milenarias de la Iglesia hoy vacilan y amenazan con derrumbarse. Todo en ella es cuestionado, incluso el fundamento de su fe. Muchos cristianos solo ven la confusión y se mantienen tristemente al margen. Otros experimentan el deseo de volver al origen, pero no se les abre ningún camino. Olvidan, quizás, cuán escandaloso fue el mensaje cristiano para los propios discípulos, y cuán escandaloso llegó a serlo para todo el mundo a su alrededor después de la Pascua. Este escándalo ha sido velado por siglos de cultura cristiana, pero hoy aparece con toda claridad y remite a los hombres hacia Cristo.

Hoy, quien quiera construir algo sostenible, debe retornar a la roca primaria del Evangelio. Francisco de Asís se desnudó ante el obispo para vestirse solo de Cristo. Hoy, la decisión más radical habla el lenguaje cristiano más claro.

La Comunidad está compuesta por tres ramas: sacerdotes diocesanos, hombres y mujeres que ejercen una profesión secular. En ella quisiéramos darlo todo sin reservas en el servicio a Dios y a los hombres: nuestro haber (pobreza), nuestro cuerpo (celibato), nuestro espíritu (plena y permanente disponibilidad). El vínculo matrimonial es para nosotros un ideal elevado, y admiramos a nuestros hermanos ⁠–⁠cristianos y no cristianos⁠–⁠ que lo viven de modo abnegado. Pero el amor de Cristo nos reclama para su propia forma de vida. Por su servicio indiviso al Padre y a los hombres, hasta la cruz, Cristo ha transformado el estado del mundo. Nosotros quisiéramos seguirle con sencillez y alegría evangélica.

Así como Él llevó a cabo toda su obra terrena con una mirada llena de amor al Padre, también nuestro encuentro con el prójimo y con las necesidades y exigencias de este mundo habrá de tener lugar con la mirada siempre puesta en Dios y en su Buena Nueva. Mediante su enseñanza y su ejemplo, el Señor nos muestra que el ir hacia Dios y hacia el mundo se exigen y promueven mutuamente.

Así como Cristo fue obediente al Padre sin reservas, asumiendo por sí mismo la plena responsabilidad de su obra en el mundo, nosotros queremos mostrar⁠ que la unidad entre una profunda actitud eclesial y una libre responsabilidad personal es realmente posible, a pesar de las dudas de tantos cristianos de nuestro tiempo.

La Comunidad está abierta a hombres y mujeres jóvenes que quieran vivir su profesión en el mundo ⁠–⁠preferentemente una con resonancia social⁠–⁠ en un espíritu tal de donación de sí. También se dirige a sacerdotes que estén dispuestos a trabajar por la Iglesia y por el mundo con ese mismo espíritu y actitud.

Si es posible vivimos en pequeños grupos, o incluso solos si es necesario, y nos encontramos regularmente para intercambiar juntos y renovarnos en el espíritu común. Tras un período de prueba, nos comprometemos mediante promesas temporales; luego, lo hacemos para toda la vida. Solo el grano de trigo que está dispuesto a morir, no de modo temporal, sino definitivo, es cristianamente fecundo.

El discípulo Juan, el más profundo intérprete de la Palabra hecha carne, es nuestro patrono, porque él vive siempre en un contacto personal con Pedro ⁠–⁠el pastor de la Iglesia visible de los pecadores⁠–⁠ y con María ⁠–el corazón de ⁠la Iglesia escondida, profunda de los santos⁠–⁠, como un centro que los une y, a la vez, desaparece.